"¿Quién fue el estúpido que lo dijo?" preguntó Correa refiriéndose a que los indígenas son solo el 2% de la población. Y un altivo Marlon Santi respondió: "Usted, señor presidente, usted dijo...".
Correa, realidad y ficción *
Publicado el 08/Octubre/2009 00:12
Por Thalía Flores y Flores
tflores@hoy.com.ec
Reproducir algunas de las denuncias más sonadas que la prensa nacional había sacado a la luz en los últimos tiempos podría lograr exorcizar la demonización de los medios y los periodistas en la que se han empeñado el presidente Correa y el Gobierno de la fallida revolución ciudadana.
El ritual diario de refrescar la memoria colectiva está desmontando la atroz mentira de que "la prensa nunca dijo nada de la corrupción de la banca ni los pasados Gobiernos", repetida de manera constante por el poder siguiendo el concepto goebbeliano de que "una mentira dicha mil veces se convierte en verdad".
El atraco bancario, la manipulación de la justicia por parte de Febres Cordero, el caso Fybeca, el del notario Cabrera, la injerencia del narcotráfico, los sobreprecios en la contratación pública, la "Pichi Corte", las redes mafiosas de "mama Lucha" y decenas más de casos fueron denunciados por la prensa.
Pero no es el único sacudón que el poder está encarando, otros hechos lo ha golpeado. La presencia de los indígenas amazónicos, cargados de rituales ancestrales y adornados con la fuerza moral de su dignidad, sacudió Carondelet al demostrar en la cara de los gobernantes que es absolutamente falso aquello de que "la Patria ya es de todos", porque ellos han sido marginados y hasta vilipendiados por su tradición de llevar pelo largo.
"¿Quién fue el estúpido que lo dijo?" preguntó Correa refiriéndose a que los indígenas son solo el 2% de la población. Y un altivo Marlon Santi respondió: "Usted, señor presidente, usted dijo...".
En los monólogos sabatinos y en las cadenas de Correa, se han desestimado las noticias de la creciente delincuencia. Se acusaba a la prensa de magnificar los hechos, por lo que se despreció la ayuda del Municipio de Guayaquil.
Los asaltos, atracos y las muertes violentas han demostrado que la violencia no era una percepción, sino una dolorosa realidad. Hoy, han sacado el Ejército a las calles reconociendo que declarar en emergencia a la Policía no solucionó el problema cuando Montecristi decidió la reducción de penas y cambió las sanciones para robos y asaltos. Ahora, mientras las cárceles se están vaciando, la delincuencia aumenta.
En lo político, menospreciaron las alertas sobre el riesgo de subordinar a la Asamblea a los decires del Ejecutivo y anular su independencia. Unas anteojeras ideológicas impiden al oficialismo mirar su triste papel. De los diputados de alquiler y los congresos chantajistas, el país ha pasado a una Asamblea genuflexa y miedosa. Los sastres de Montecristi que confeccionaron la Constitución como traje a la medida del jefe han mutado en talleristas que retocan las leyes que les envía Carondelet. Solo unos pocas voces, apenas audibles, de una incipiente oposición, se escuchan de vez en cuando.
El tema indígena ha desnudado el penoso papel de una Asamblea de dóciles alza manos.
Y, como si todo esto no fuera suficiente, el hermano mayor del presidente Correa ha probado que el Gobierno de Alianza País no tiene las "manos limpias", como dice el eslogan. La realidad está demostrando que la revolución ciudadana es una ficción, solo existe en la propaganda.
*Tomado de http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/correa-realidad-y-ficcion-371918.html
Correa, realidad y ficción *
Publicado el 08/Octubre/2009 00:12
Por Thalía Flores y Flores
tflores@hoy.com.ec
Reproducir algunas de las denuncias más sonadas que la prensa nacional había sacado a la luz en los últimos tiempos podría lograr exorcizar la demonización de los medios y los periodistas en la que se han empeñado el presidente Correa y el Gobierno de la fallida revolución ciudadana.
El ritual diario de refrescar la memoria colectiva está desmontando la atroz mentira de que "la prensa nunca dijo nada de la corrupción de la banca ni los pasados Gobiernos", repetida de manera constante por el poder siguiendo el concepto goebbeliano de que "una mentira dicha mil veces se convierte en verdad".
El atraco bancario, la manipulación de la justicia por parte de Febres Cordero, el caso Fybeca, el del notario Cabrera, la injerencia del narcotráfico, los sobreprecios en la contratación pública, la "Pichi Corte", las redes mafiosas de "mama Lucha" y decenas más de casos fueron denunciados por la prensa.
Pero no es el único sacudón que el poder está encarando, otros hechos lo ha golpeado. La presencia de los indígenas amazónicos, cargados de rituales ancestrales y adornados con la fuerza moral de su dignidad, sacudió Carondelet al demostrar en la cara de los gobernantes que es absolutamente falso aquello de que "la Patria ya es de todos", porque ellos han sido marginados y hasta vilipendiados por su tradición de llevar pelo largo.
"¿Quién fue el estúpido que lo dijo?" preguntó Correa refiriéndose a que los indígenas son solo el 2% de la población. Y un altivo Marlon Santi respondió: "Usted, señor presidente, usted dijo...".
En los monólogos sabatinos y en las cadenas de Correa, se han desestimado las noticias de la creciente delincuencia. Se acusaba a la prensa de magnificar los hechos, por lo que se despreció la ayuda del Municipio de Guayaquil.
Los asaltos, atracos y las muertes violentas han demostrado que la violencia no era una percepción, sino una dolorosa realidad. Hoy, han sacado el Ejército a las calles reconociendo que declarar en emergencia a la Policía no solucionó el problema cuando Montecristi decidió la reducción de penas y cambió las sanciones para robos y asaltos. Ahora, mientras las cárceles se están vaciando, la delincuencia aumenta.
En lo político, menospreciaron las alertas sobre el riesgo de subordinar a la Asamblea a los decires del Ejecutivo y anular su independencia. Unas anteojeras ideológicas impiden al oficialismo mirar su triste papel. De los diputados de alquiler y los congresos chantajistas, el país ha pasado a una Asamblea genuflexa y miedosa. Los sastres de Montecristi que confeccionaron la Constitución como traje a la medida del jefe han mutado en talleristas que retocan las leyes que les envía Carondelet. Solo unos pocas voces, apenas audibles, de una incipiente oposición, se escuchan de vez en cuando.
El tema indígena ha desnudado el penoso papel de una Asamblea de dóciles alza manos.
Y, como si todo esto no fuera suficiente, el hermano mayor del presidente Correa ha probado que el Gobierno de Alianza País no tiene las "manos limpias", como dice el eslogan. La realidad está demostrando que la revolución ciudadana es una ficción, solo existe en la propaganda.
*Tomado de http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/correa-realidad-y-ficcion-371918.html