martes, 28 de octubre de 2008

La Licencia por Puntos

Por: Renato Moreno Echeverría

A propósito de la nueva Ley de Tránsito que establece una escala de puntos que pierden, tanto los conductores como los peatones, de acuerdo a la magnitud de las contravenciones, quisiera sugerir, tanto a nuestro “Conductor” como a su Asamblea “ovejuna”, nuevamente en actividad, que se implemente como mecanismo nacional y apegada estrictamente al contenido de la Nueva Constitución , obra apoteósica de unos asesores españoles, que recoge la sabiduría del ideólogo Hans Dietrich, y que le costó al pueblo ecuatoriano la friolera de ciento ochenta millones de dólares, que este sistema genial de los “puntos” no sea solamente para las contravenciones, infracciones o delitos de tránsito, sino para todo lo que tenga que ver con la actitud dolosa o culposa de los ecuatorianos. Sin temor a equivocarme, estoy seguro que tal mecanismo nos ahorraría tiempo y dinero y sobre todo, harían innecesarias muchas instituciones y funcionarios incompetentes, así como los ciudadanos en general sabríamos siempre a qué atenernos si procedemos mal.

A guisa de ejemplo: Si nuestro Redentor moteja a una periodista con el calificativo de “Gordita Horrorosa” pierde un punto, de cien posibles de su licencia para “conducir” los destinos de nuestro País. Si reincide en la ofensa pierde dos puntos. El insulto a funcionarios de elección popular le restará hasta diez puntos, por ejemplo si le agravia al alcalde de Guayaquil; si éste le responde se le resta cinco. Si ordena a su guardia pretoriana reprimir a sus opositores (como en la U. Católica), perderá un punto por cada cabeza rota. Si tacha de “infiltrado” al más “conspicuo de sus admiradores”, pierde veinte puntos, a no ser que el aludido no se de ni por notificado. Si encubre a ministros deshonestos que, por ejemplo, editen pativideos sin “pagar los derechos de autor”, o les disfraza de corderos cuando en realidad son lobos hambrientos, pelucones mutantes de cejas poblanas o partidócratas trepadores, perderá cincuenta puntos. Si reincide ¡chao!.

Ministro que acuda a entrevistas con los reporteros Ortiz y Vera, perderán veinte puntos en el ”manejo” de su respectiva Cartera. Si le hacen notar a su “Sabiduría” que el presupuesto del dos mil nueve está desfinanciado, pierde cien puntos, ¡fuera! Porque el susodicho ministro ha demostrado una capacidad de análisis menor a un niño de seis años! Obviamente, si un ministro demuestra que es un todólogo, que ha servido con patriotismo y desinterés a la partidocracia como al actual régimen, que sabe lo mismo de agricultura, industrias, banco Central y precios “justos”, se le devolverán cien puntos, más los intereses!

Los empleados públicos, que no acudan con su familia y allegados a las concentraciones “multitudinarias y espontaneas”, perderán cincuenta puntos de su licencia para seguir subsistiendo, si reinciden, pasarán a engrosar las multitudinarias concentraciones de desempleados o emigrantes que sostienen la economía nacional.
Si los agricultores comercializan sus productos a un precio mayor que el fijado por el Gobierno, esto es, cinco dólares menos del costo de producción por unidad, perderán además cincuenta puntos de su licencia para obtener un quintal de urea.

Los encuestadores que difundan resultados que no sean abrumadoramente favorables al Gobierno de su Majestad, perderán Cien puntos de su licencia de credibilidad y deberán dedicarse a confeccionar crucigramas.

Los constructores de centrales eléctricas como “San Francisco”, cuya vida útil no sobrepase de un año, perderán un punto, aunque desde otro punto de vista, podrán seguir trabajando en otros proyectos, por el “bien” del Ecuador.

En fin, podría dar mil ejemplos que avalen el sistema de puntos que propongo, es económico, versátil y sobre todo, le permitiría gobernar a nuestro Protector en un ambiente de inconmensurable paz y progreso donde los pájaros (de alto vuelo), entonaran sus candorosos trinos, los borregos balaran agradecidos y la Patria sería de todos , menos de los que han perdido definitivamente , la licencia, por supuesto!

lunes, 20 de octubre de 2008

La derrota del No y la nueva Constitución

Se han publicado ya los resultados oficiales del referéndum para aprobar o negar el proyecto de Constitución elaborado en Montecristi, lo que finalmente me permite escribir sobre resultados reales y no sobre exit polls de consultores gobiernistas o encuestas de dudosa fidelidad.

Los resultados definitivos son los siguientes: Por el SI el 63,93%, equivalente a 4,733.073 votos; por el NO el 28,10%, equivalente a 2,075.764 votos; BLANCOS el 0,75% equivalente a 55.071 votos y NULOS el 7,23%, equivalente a 533.684 votos.

En estos resultados se debe considerar que al voto negativo se le debe sumar, no sólo porque así lo diga la Ley, sino porque así se lo trabajó en la campaña, los votos nulos y blancos que constituyen también un rechazo al proyecto, lo que nos da un total de 36.08% equivalente a 2,664.519 personas que se opusieron a que en el Ecuador se implante una Constitución mal hecha y consagratoria de un sistema autocrático e hiperpresidencialista, frente al 63,93% equivalente a 4,733.073 personas que cayeron en la trampa y se dejaron embaucar o vendieron su voto. Esto significa que de cada 3 personas, 1 de ellas votó en contra de la Constitución, porcentaje muy significativo y respetable, lo que hace atrevido y provocador hablar de una “paliza”, y resulta ciego y soberbio sostener tal dislate, y es mucho peor cuando, quien debería tomar la victoria con prudencia, lejos de tener una actitud de estadista, menosprecia a tan alto porcentaje de la población, del que también es mandatario, que no está de acuerdo con su “revolución ciudadana” y la obsecuente asamblea que la secunda.

Sin embargo, debemos reconocer que el voto en contra fue derrotado, ¿por qué? Sabemos que la nueva Constitución que dentro de poco entrará en vigencia nació de un proceso ilegal y viciado, fue redactada por un grupo conformado, en su gran mayoría, por advenedizos y oportunistas de ocasión que no tenían ni idea de lo que estaban haciendo, traficantes de tierra, cineastas de pocas ideas, la mayoría ridículas, periodistas de tercera, abogadas dizque de “ruptura”, supuestamente expertas en derecho, pero que en realidad, o son más forma que fondo o prefirieron hacerse las locas a defender los desatinos que contempla este ingenio, motivo por el que rehuían cualquier debate serio al que eran invitadas, sino, pregúntenle a expertos constitucionalistas como Rafael Oyarte. Todos estos individuos crearon un cuerpo legal risible y grotesco, sin pies ni cabeza y que además, no tienen ni idea de cómo aplicarlo o de donde van a sacar los fondos para hacerlo (el fin de la dolarización serviría), y al que además, después de aprobarlo, le metieron mano los integrantes del politburó de Alianza País y el asesor legal del Presidente (A su tiempo, asesor legal de León Febres Cordero).

Constitución que además, salvo dar al traste con el Estado de Derecho y consagrar un incomprensible “estado de derechos”, no cambiará nada, porque no se trata de tener la mejor constitución del mundo, que ésta, evidentemente, está lejos de serlo, sino de respetarla, pero ya sabemos lo que piensa esta gente que ahora tiene el poder total sobre la Ley: Se la respeta mientras le sea útil al proyecto totalitario en desarrollo, si no, pues a la basura, total “El Estado soy Yo” dice el “Gran Líder”.

Insisto, entonces ¿por qué ganó? Es triste y preocupante que la respuesta sea que una gran mayoría de ecuatorianos, hartos de promesas incumplidas, enceguecidos por una campaña multimillonaria como nunca se ha visto en el Ecuador, se dejó engañar y convencer con regalos y dádivas para votar a favor del mamotreto de Montecristi que ni siquiera leyeron o entendieron. Tenemos un país con una tasa de desempleo de casi el 10% y de subempleo de más del 50%, con una gran mayoría de pobres, con casi el 10% de la población bajo la línea de la pobreza extrema, con difícil o nulo acceso a la educación, la que además es deficiente, primero por el incumplimiento en la entrega del presupuesto estatal destinado para ésta y segundo, por la podredumbre en que la tiene sumida ese oscuro partido llamado MPD, uno de los principales aliados de Correa y su Alianza País en esta aventura.

¿Qué podíamos esperar entonces de gente que se muere de hambre, que no tiene ningún tipo educación, peor aún entiende los alcances de una Constitución, cuando viene un Hulk de Alianza País que empieza a lanzar a diestra y siniestra camisetas y fundas de víveres a cambio de votos? ¿Cuándo un Presidente va de pueblo en pueblo, regalando dinero a todo el mundo, creando bonos y subsidios a mansalva, aunque el presupuesto del Estado se desfinancie? Métodos denigrantes que ya fueron utilizados en su tiempo por la denostada “partidocracia” del PRE, del PRIAN o del PSC.

¿Qué nos queda ahora a quienes sabemos que este proyecto está hecho a la medida de su líder, lo que supondrá otro fracaso más para nuestro pobre Ecuador? Irónicamente, previendo su propia ineficacia, esta misma Constitución consagra el derecho a resistir, derecho que debemos ejercer quienes aún creemos en la Democracia, derecho que, como hasta ahora, seguiré ejerciendo desde esta pequeña trinchera, en contra de este proyecto totalitario encabezado por un megalómano rodeado de una corte compuesta sobre todo de oportunistas, chupa medias y seudo académicos de cóctel.