Se han publicado ya los resultados oficiales del referéndum para aprobar o negar el proyecto de Constitución elaborado en Montecristi, lo que finalmente me permite escribir sobre resultados reales y no sobre exit polls de consultores gobiernistas o encuestas de dudosa fidelidad.
Los resultados definitivos son los siguientes: Por el SI el 63,93%, equivalente a 4,733.073 votos; por el NO el 28,10%, equivalente a 2,075.764 votos; BLANCOS el 0,75% equivalente a 55.071 votos y NULOS el 7,23%, equivalente a 533.684 votos.
En estos resultados se debe considerar que al voto negativo se le debe sumar, no sólo porque así lo diga la Ley, sino porque así se lo trabajó en la campaña, los votos nulos y blancos que constituyen también un rechazo al proyecto, lo que nos da un total de 36.08% equivalente a 2,664.519 personas que se opusieron a que en el Ecuador se implante una Constitución mal hecha y consagratoria de un sistema autocrático e hiperpresidencialista, frente al 63,93% equivalente a 4,733.073 personas que cayeron en la trampa y se dejaron embaucar o vendieron su voto. Esto significa que de cada 3 personas, 1 de ellas votó en contra de la Constitución, porcentaje muy significativo y respetable, lo que hace atrevido y provocador hablar de una “paliza”, y resulta ciego y soberbio sostener tal dislate, y es mucho peor cuando, quien debería tomar la victoria con prudencia, lejos de tener una actitud de estadista, menosprecia a tan alto porcentaje de la población, del que también es mandatario, que no está de acuerdo con su “revolución ciudadana” y la obsecuente asamblea que la secunda.
Los resultados definitivos son los siguientes: Por el SI el 63,93%, equivalente a 4,733.073 votos; por el NO el 28,10%, equivalente a 2,075.764 votos; BLANCOS el 0,75% equivalente a 55.071 votos y NULOS el 7,23%, equivalente a 533.684 votos.
En estos resultados se debe considerar que al voto negativo se le debe sumar, no sólo porque así lo diga la Ley, sino porque así se lo trabajó en la campaña, los votos nulos y blancos que constituyen también un rechazo al proyecto, lo que nos da un total de 36.08% equivalente a 2,664.519 personas que se opusieron a que en el Ecuador se implante una Constitución mal hecha y consagratoria de un sistema autocrático e hiperpresidencialista, frente al 63,93% equivalente a 4,733.073 personas que cayeron en la trampa y se dejaron embaucar o vendieron su voto. Esto significa que de cada 3 personas, 1 de ellas votó en contra de la Constitución, porcentaje muy significativo y respetable, lo que hace atrevido y provocador hablar de una “paliza”, y resulta ciego y soberbio sostener tal dislate, y es mucho peor cuando, quien debería tomar la victoria con prudencia, lejos de tener una actitud de estadista, menosprecia a tan alto porcentaje de la población, del que también es mandatario, que no está de acuerdo con su “revolución ciudadana” y la obsecuente asamblea que la secunda.
Sin embargo, debemos reconocer que el voto en contra fue derrotado, ¿por qué? Sabemos que la nueva Constitución que dentro de poco entrará en vigencia nació de un proceso ilegal y viciado, fue redactada por un grupo conformado, en su gran mayoría, por advenedizos y oportunistas de ocasión que no tenían ni idea de lo que estaban haciendo, traficantes de tierra, cineastas de pocas ideas, la mayoría ridículas, periodistas de tercera, abogadas dizque de “ruptura”, supuestamente expertas en derecho, pero que en realidad, o son más forma que fondo o prefirieron hacerse las locas a defender los desatinos que contempla este ingenio, motivo por el que rehuían cualquier debate serio al que eran invitadas, sino, pregúntenle a expertos constitucionalistas como Rafael Oyarte. Todos estos individuos crearon un cuerpo legal risible y grotesco, sin pies ni cabeza y que además, no tienen ni idea de cómo aplicarlo o de donde van a sacar los fondos para hacerlo (el fin de la dolarización serviría), y al que además, después de aprobarlo, le metieron mano los integrantes del politburó de Alianza País y el asesor legal del Presidente (A su tiempo, asesor legal de León Febres Cordero).
Constitución que además, salvo dar al traste con el Estado de Derecho y consagrar un incomprensible “estado de derechos”, no cambiará nada, porque no se trata de tener la mejor constitución del mundo, que ésta, evidentemente, está lejos de serlo, sino de respetarla, pero ya sabemos lo que piensa esta gente que ahora tiene el poder total sobre la Ley: Se la respeta mientras le sea útil al proyecto totalitario en desarrollo, si no, pues a la basura, total “El Estado soy Yo” dice el “Gran Líder”.
Insisto, entonces ¿por qué ganó? Es triste y preocupante que la respuesta sea que una gran mayoría de ecuatorianos, hartos de promesas incumplidas, enceguecidos por una campaña multimillonaria como nunca se ha visto en el Ecuador, se dejó engañar y convencer con regalos y dádivas para votar a favor del mamotreto de Montecristi que ni siquiera leyeron o entendieron. Tenemos un país con una tasa de desempleo de casi el 10% y de subempleo de más del 50%, con una gran mayoría de pobres, con casi el 10% de la población bajo la línea de la pobreza extrema, con difícil o nulo acceso a la educación, la que además es deficiente, primero por el incumplimiento en la entrega del presupuesto estatal destinado para ésta y segundo, por la podredumbre en que la tiene sumida ese oscuro partido llamado MPD, uno de los principales aliados de Correa y su Alianza País en esta aventura.
¿Qué podíamos esperar entonces de gente que se muere de hambre, que no tiene ningún tipo educación, peor aún entiende los alcances de una Constitución, cuando viene un Hulk de Alianza País que empieza a lanzar a diestra y siniestra camisetas y fundas de víveres a cambio de votos? ¿Cuándo un Presidente va de pueblo en pueblo, regalando dinero a todo el mundo, creando bonos y subsidios a mansalva, aunque el presupuesto del Estado se desfinancie? Métodos denigrantes que ya fueron utilizados en su tiempo por la denostada “partidocracia” del PRE, del PRIAN o del PSC.
¿Qué nos queda ahora a quienes sabemos que este proyecto está hecho a la medida de su líder, lo que supondrá otro fracaso más para nuestro pobre Ecuador? Irónicamente, previendo su propia ineficacia, esta misma Constitución consagra el derecho a resistir, derecho que debemos ejercer quienes aún creemos en la Democracia, derecho que, como hasta ahora, seguiré ejerciendo desde esta pequeña trinchera, en contra de este proyecto totalitario encabezado por un megalómano rodeado de una corte compuesta sobre todo de oportunistas, chupa medias y seudo académicos de cóctel.
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