Desde hace algunos días el asambleísta Galo Lara lleva adelante una campaña mediática con la que pretende hacer quedar como mentiroso al Presidente Correa por la compra de un departamento en Bélgica con el dinero recibido como indemnización por un juicio seguido en contra del Banco del Pichincha por daños y perjuicios.
Según Lara, Correa miente porque, de acuerdo a un audio que reproduce en el espacio político contratado para el efecto, éste ofreció dejar en el Ecuador el dinero fruto de esa indemnización e incluso donarlo o comprar la sede de Alianza País.
Tenga o no razón Lara, lo que molesta es que en el discurso presidencial el sacar fondos fuera del país es casi un pecado mortal y su afirmación de que compró un departamento en Bélgica a fin de asegurar a su familia, desdice de sus afirmaciones sobre las bondades económicas del Ecuador para la inversión. Esa es la primera muestra del doble estándar con el que se maneja Correa.
Pero, más allá de eso, a mi, en lo particular, lo que me molesta aún más que la muestra de hipocresía descrita antes, es el uso de los recursos públicos, nuestros recursos, fruto de los impuestos que pagamos, para replicar lo afirmado por Lara a través de una cadena nacional que repiten incesantemente, en la que no se tiene empacho en afirmar que el juicio en contra del Banco del Pichincha fue seguido por Rafael Correa en su calidad de ciudadano y que con el dinero recaudado, “apenas” USD $ 600,000 (ya me quisiera yo la tercera parte de eso), tenía todo el derecho de comprarse lo que a bien tuviere para garantizar la seguridad de su familia. Afirma que el departamento le costó $ 300,000 y que el restó lo donó.
Por supuesto que Correa puede hacer con su dinero lo que le venga en gana, pero, primero, que no tache de anti patrias a quienes dejan sus fondos en el exterior, y segundo, ¿por qué, si el juicio lo siguió como ciudadano, debe gastarse NUESTRO dinero en una cadena para replicar a Lara? Eso es algo que la Contraloría debería investigar, pero claro, si la Contraloría cumpliera con su obligación constitucional.
Esa es la segunda muestra del doble estándar que maneja el Presidente, la tercera es digna de Ripley: El juicio seguido en contra de El Universo, lo sigue como ciudadano, lo que subraya en el texto de la demanda, pero pide indemnizaciones y sanciones como funcionario público, lo que el Juez Paredes no tuvo ningún empacho en otorgar en esa sentencia que debería quedar en los anales de la historia sobre lo que no se debe hacer en derecho; y así, graciosamente, le concede al “ciudadano” Correa una indemnización de 40 millones de dólares por tener la calidad de Presidente de la República. Como he dicho, de Ripley.
Correa afirma que lo que obtenga en dicho juicio por indemnizaciones lo donará al Proyecto Yasuní-ITT, pero y ¿si el campo se explota? ¿Qué hará con ese dinero? ¿A donde lo mandará ahora?, porque lo que es un hecho es que el Ecuador ofrece cada vez menos garantías para tener fondos o bienes, lo que parece saber perfectamente el “ciudadano” Correa.
Por último, cabe preguntarse, ¿Si El Universo, sus directivos y Palacio son finalmente condenados, quién pagará las indemnizaciones que la Corte Interamericana de Derechos Humanos seguramente mande a pagar al Estado ecuatoriano? Seguro que no será el “ciudadano” Correa.