lunes, 10 de diciembre de 2007

Un 5 de diciembre con un chino en bicicleta

Debo confesar, aunque se sorprenderán quienes me conocen, que el 5 de diciembre pasado no salí a ninguna parte para festejar a Quito, y créanme que no fue por falta de ganas; pero con mi esposa embarazada y con la mayoría de mis amigos que, supongo que por la edad, prefieren irse a la playa que disfrutar de una buena fiesta, no me quedó más alternativa.

Ante las penosas circunstancias decidí alegrarme con un buen libro, pero no quería leer nada muy serio, ni tampoco político para no amargarme más pensando en las autoritarias decisiones de nuestra inefable Asamblea, mas bien quería olvidarme por unas horas de todo el asunto.

Por otro lado, días antes había escuchado una entrevista realizada por Diego Oquendo Sánchez al escritor argentino Ariel Magnus, ganador del último premio de novela La Otra Orilla con “Un chino en bicicleta”, en la que Magnus leyó un pasaje de esta obra que me pareció de lo más gracioso y, como justamente una querida prima me había regalado el libro de marras, fue el elegido para disfrutar de mi muy particular 5 de diciembre.

Agarré mi librito, me arrellane en mi sillón de lectura y ya no me levante hasta terminarlo; pocas veces me he reído tanto con un libro, es una de las novelas más entretenidas que he leído en mucho tiempo. Todo empieza cuándo Ramiro, un don nadie, es llamado como testigo en el juicio que se sigue en contra del chino Li, bautizado como Fosforito por la prensa roja, quien ha sido acusado del incendio de 11 mueblerías en Buenos Aires y que fue detenido mientras montaba su bicicleta y en posesión de una piedra, una pistola, una botella de gasolina y un mapa de las mueblerías incendiadas. Cuando, obviamente es condenado, secuestra a Ramiro para poder escapar y empieza una historia hilarante de equívocos, amistad y amor que se desarrolla en el barrio chino de Buenos Aires.

No soy crítico literario ni nada por el estilo, es más, soy un lector omnívoro, como me bautizo Santiago Roncagliolo en la dedicatoria de su novela “Abril Rojo”, es decir, leo todo lo que cae en mis manos, pero creo que se diferenciar una buena novela de una mala, y esta es una de las buenas. No creo que estemos hablando de un nuevo Cortazar, como se pregunta Nuria Amat, pero considero que Magnus es un excelente escritor y esperaré ansioso sus nuevas publicaciones.

Como podrán imaginar, acabe mi lectura tarde en la madrugada, (¿o temprano en la madrugada?, no se como se dice), así que, de todas formas, pese a no irme de fiesta, me acosté tarde mi 5 de diciembre y lo pase excelente en compañía del “Chino en Bicicleta”, pero claro, con la amanecida también tuve el consabido chuchaqui, en este caso, seco.

Para terminar, les cito algo de “Un chino en bicicleta”. Como Ramiro no entiende chino, este es un dialogo que se lo imagina viendo a dos costureras chinas conversar mientras esta en su “cautiverio”:

Diálogo imaginario de las costureras

- ¿ Y ese cara de leche, Flor de Loto?
(Se refiere a Ramiro)
- Lo trajo Li, Jazmín de Jade.
- ¿Para?
- Engordarlo y comerlo.
- Jaja.
- Mentira. Al cara de talco ese lo usamos para rellenar las empanaditas chinas.
- ¿Empanaditas chinas?
- Algo que vendemos en el restaurante.
- Ah, ¿y son ricas?
- No sé, yo no como eso ni loca.
- ¿Alguna vez probaste el mate?
- ¿Lo que se unta sobre las galletitas?
- No eso es el paté.
- Paté no es el café con leche?
- No es café late.
- Que idioma imposible el castellano.
- Imposible y complicado al divino botón.
- ¿Al divino botón?
- Es una expresión que aprendí el otro día. Significa al cohete, al pedo.
- ¡Qué al divino botón habiendo tantas!
- Jeje.
- ¿Qué es lo que decías que te parecía complicado al di­vino botón del castellano, además de la multiplicación vana, fútil, baladí de expresiones que significan lo mismo que se puede decir sin usarlas?
- Que haya que hablarlo con la boca. No entiendo eso de andar abriendo y cerrando la boca cuando una tiene nariz, que está siempre abierta. Pero vos no me dijiste si probaste o no el mate.
- No, en realidad trajimos a este cara de tiza para que nos enseñe a prepararlo. Viste que si no dominás el mate quedás en jaque, más nosotras siendo damas.
- Es verdad. Con el asado pasa lo mismo. Si no sabés encender el fuego con una ramita sos maricón.
-Es que los argentinos son muy cuidadosos con las cosas importantes. Pensá que son los europeos de Latinoamérica, tienen que dar el ejemplo.
- Callate que así me trajeron engañada a mí. Es la París del Cono Sur, me dijeron.
- A otros les dijeron la París de África y ahora atienden un minimercado en Ouagadougou.
- ¿Y eso es mejor o peor?
- Es más difícil de pronunciar, por lo pronto.
- Lo más gracioso es que yo tengo una amiga que se quería ir a París y la convencieron de que no lo hiciera diciéndole que era la Buenos Aires de África.
- La Ouagadougou de Europa querrás decir.
- Es lo mismo.
- Todo es lo mismo allende la Gran Muralla.
- ¡Ay, cómo extraño Pekín!
- ¡Ay, cómo extraño Shanghai!
- ¡Viva Mao!
- ¡Viva el Partido!
- ¡Mueran los japoneses!
- ¡Muera el Dala¡ Lama!
- ¡Aguante Defe!
- ¿¡!?
- Vos no pensás que cuando nos vayamos de acá un poco vamos a extrañar el bajo Belgrano, la calle Arribeños, el club atlético Defensores de Belgrano?
- No. Pero me quedé pensando en la calle: Arribeños. Mirá que hay que ser ladino para instalar un barrio de inmigrantes en una calle de ese nombre. Me gustaría fundar un barrio argentino en Pekín y ponerlo en la calle Contrabandeño.
- O Chantajeño.
- Sí, entre Macheño y Fasceño.
- Ojo que a los coreanos les fue peor: los pusieron en Carabobo.
- Estos caras de caca de paloma.
- Caras de semen cuajado.
- Caras de baba de perro rabioso.
- No damos puntada sin hilo, eh.
- Antes pasará un camello por el ojo de una aguja.
-Jiji.
- Jojo.
- Jujuy.” *

* MAGNUS, Ariel, “Un Chino en Bicicleta”, Editorial Norma S.A., Colombia, 2007

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